ANTES DE...: LAS ETAPAS DEL AMOR
- Guillén Palacín
- 30 ago 2024
- 5 Min. de lectura
por Guillén Palacín

Richard Linklater se erige como uno de los directores más prodigiosos en la singular capacidad de capturar y reflejar la realidad con una autenticidad inigualable. A lo largo de su filmografía, logra envolver al espectador en una atmósfera tan genuina que sus películas parecen no solo representaciones, sino experiencias vividas en tiempo real.
Richard Linklater, nacido en Texas, en 1960, se ha consolidado como una figura clave en el cine independiente desde los años 90. Sus películas más celebradas suelen tener un estilo minimalista pero acostumbran a ser ambiciosas y con grandes pretensiones. Por ejemplo, Boyhood (2014), un film sobre la infancia y adolescencia de un niño, fue rodada en los 12 años en los que transcurre la historia. Actualmente está rodando Merrily We Roll Along, una adaptación de una obra de Broadway, cuyo rodaje durará unos 20 años. En esta ambiciosa obra, se encuentra con Paul Mescal, la última gran sensación del cine independiente. Estos eternos rodajes prolongados en el tiempo muestran el compromiso de Linklater por la pureza y el realismo que quiere transmitir en algunas de sus obras.
No obstante, este artículo está dedicado a la trilogía que comenzó en 1995 con Antes del Amanecer, la película que catapultó a Linklater. Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013), retratan una historia romántica poco probable, pero sin caer en la idealización. No hay espacio para los cuentos de hadas, ni para un sentimentalismo desbordado que tiñe todo de rosa. En su lugar, capta un amor auténtico y complejo, que huye de la superficialidad. Apreciamos las etapas del amor y como éste progresa.
ANTES DEL AMANECER (1995)

SINOPSIS: Céline (Julie Delpy), una estudiante francesa, y Jesse (Ethan Hawke), un joven estadounidense que viaja por Europa tras ser abandonado por su novia, se conocen en un tren con destino a París. Cuando llegan a Viena, Jesse debe bajar porque al día siguiente regresa a su país, pero logra convencer a Céline para que pase la noche con él en la ciudad. En el curso de esa noche, se conocen a fondo, discuten sobre diversas cuestiones como la vida, la muerte y el sexo. (FILMAFFINITY)
La primera entrega de la trilogía muestra un amor joven e inocente, donde los protagonistas, Céline y Jesse, navegan por la vida con pocas preocupaciones y con dudas existenciales difuminadas y juveniles. En sus largas conversaciones, que alternan entre lo profundo y lo vulgar, hay ocasiones en las que parece que hablan de cosas sin saber muy bien lo que están expresando. Linklater es capaz de crear una tensión mágica en el ambiente, donde la química entre los actores es tan formidable que sus emociones se transmiten a través de miradas.
Los protagonistas se dejan llevar por la espontaneidad y terminan teniendo una conexión encantadora que trasciende las palabras. La película consiste en conversaciones extensas y en encuentros con personajes variopintos que agilizan la narrativa. Es una trama minimalista en la que los diálogos ingeniosos, tiernos e inteligentes de Linklater se convierten en el cimiento principal de la historia.
Otro aspecto notable es la búsqueda de identidad que ambos personajes emprenden. Encantados por el encuentro con un desconocido, son capaces de mostrarse reales, tal y como son. Mediante la trilogía avanza podemos observar cómo sus personalidades se van definiendo a pesar de que las dudas existenciales siempre persisten.
Entre risas, miradas cómplices y una exquisita sencillez, Linklater da vida a uno de los más sublimes retratos del amor juvenil jamás plasmados en la gran pantalla.
ANTES DEL ATARDECER (2004)

SINOPSIS: Jesse y Celine se conocieron en un tren y pasaron juntos una noche inolvidable paseando por Viena. Aunque prometieron encontrarse de nuevo seis meses más tarde, esa cita nunca llegó a producirse. Nueve años después, se vuelven a ver, pero esta vez en París. Jesse, que está de gira promocionando una novela, la ve en la librería donde está firmando ejemplares. Ella vive desde hace tiempo en París; él, en Nueva York. Jesse inmediatamente decide dejarlo todo para pasar el tiempo con Celine. Así pasan el día en los cafés, en los parques, recordando aquella tarde en la capital austriaca y hablando de sus vidas. (FILMAFFINITY)
La continuación de Antes del amanecer conserva la magia de la primera entrega, pero adopta un tono más maduro y melancólico. Nueve años después de aquella inolvidable noche en Viena, Céline y Jesse se reencuentran, y aunque la conexión entre ellos sigue intacta, ya no son las mismas personas. Ambos han experimentado la monotonía y una profunda insatisfacción en sus vidas. Céline ha tenido relaciones de pareja que no logran satisfacerla, mientras que Jesse se encuentra atrapado en un matrimonio con una mujer a la que nunca amó verdaderamente.
Las conversaciones entre ellos en esta segunda entrega son más genéricas, no se palpa la urgencia de impresionar al otro. Parece que simplemente se están poniendo al día, aunque el mismo aura mágica continúa envolviéndolos, como si el tiempo no hubiera pasado. La película se desarrolla prácticamente en tiempo real, lo que le otorga un mayor realismo y una inmediatez que refuerza la autenticidad de sus interacciones. A medida que avanza la historia, las máscaras de ambos personajes comienzan a caer, revelando que, pese a tener vidas aparentemente estables, son infelices.
Aunque han madurado desde su primer encuentro, siguen en busca de una identidad que continúan sin encontrar. La pasión que los unió vuelve a resurgir, y en un acto de valentía, deciden dejarlo todo atrás, para intentar encontrar la felicidad juntos. A pesar de los años y de las experiencias vividas, siguen enfrentándose a la incertidumbre.
En Antes del atardecer, Linklater reflexiona sobre lo complejas que son las relaciones humanas y sobre la incesante búsqueda de una identidad.
ANTES DEL ANOCHECER (2013)

SINOPSIS: La tercera parte de la trilogía se desarrolla en Grecia. Nueve años después de su segundo encuentro romántico, el destino vuelve a unir las vidas de Celine (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke). (FILMAFFINITY)
Nueve años después de su segundo encuentro, Jesse y Céline están juntos y han formado una familia con dos hijas gemelas. Aunque han madurado y progresado en sus vidas, mantienen la esencia de quienes eran, pero con una mayor complejidad. Richard Linklater aborda con delicadeza las inseguridades propias de la adultez, explorando temas como la pérdida de la atracción sexual y la crisis postparto.
La película también examina cómo el amor y el romanticismo se transforman en la era digital, con conversaciones que abordan los nuevos romances virtuales e incluso reflexionan sobre el sexo virtual. A sus 41 años, Jesse y Céline siguen enfrentando inseguridades, y aunque se aman, no logran encontrar la plena felicidad en su vida en pareja. Las discusiones entre ellos a menudo se convierten en una especie de guerra de géneros. Constantemente discuten y los tiempos de pasión, al parecer han quedado lejos.
A pesar de los conflictos, la pareja encuentra la redención y la reconciliación, mostrando que, aunque su relación ha evolucionado y se ha vuelto más compleja y difícil, el amor entre ellos sigue existiendo. La película ofrece un retrato honesto de las relaciones a largo plazo, destacando que el amor es un proceso en constante cambio, donde las dificultades pueden ser superadas con comprensión y compromiso mutuos.
Es un cierre magistral de la trilogía, ya que sirve como contraportada de la pasión arrolladora de la primera cinta. Linklater, con la colaboración como coguionistas de Ethan Hawke y Julie Delpy, logra desarrollar un romance con etapas muy diferentes. Desde el amor más joven y pasional al amor de la monotonía y la madurez.
CINE PARA ETERNIZAR LO FUGAZ

Con una sutileza maestra, Linklater extrae la esencia de los momentos más efímeros y mágicos de la existencia, esos que a menudo pasan desapercibidos, para luego, a través de su cine, transformarlos en un espejo vibrante de la vida misma. Su obra es un testimonio de cómo el cine, bajo su dirección, se convierte en un medio para eternizar lo fugaz, para hacer palpable lo intangible, y para transmitir la realidad en su forma más pura y conmovedora.
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