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LA TRILOGÍA DE LA GLACIACIÓN: UNA SOCIEDAD VACÍA Y VIOLENTA

  • Guillén Palacín
  • 17 jul 2024
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 1 ago 2024

por Guillén Palacín

La familia Schober cena
Fotograma: El séptimo continente (1989)

Michael Heneke es uno de los directores vivos más críticos con la sociedad. En ocasiones se le ha definido como una especie de forense o cirujano, que analiza las patologías de una sociedad enferma. Al tener un estilo bastante radical, es un director que, por una parte recibe gran admiración y por otra posee grandes detractores. Lo que no se puede negar es que su cine es interesante y tiene un sello autoral imborrable. 


Haneke nació en 1942 en Münich, en la Alemania Nazi. Es de nacionalidad austriaca y sus estudios en filosofía, psicología y dramaturgia explican su constante interés en la conducta humana. Tras concluir sus estudios comenzó a trabajar como crítico de cine y posteriormente como dramaturgo y sobre todo director televisivo. En 1989 dirigió su ópera prima: El séptimo continente, que junto a El vídeo de Benny (1992) y 71 fragmentos de una cronología del azar (1994), conforman la Trilogía de la glaciación emocional. 


Estas tres películas no son para nada sus más famosas, ni tampoco sus más reconocidas por la crítica. Para nada son tan conocidas como la celebérrima Funny Games (1997) y las dos ganadoras de la Palma de Oro: La cinta blanca (2009) y Amor (2012). Sin embargo, es muy interesante observar como en sus tres primeros films aparecen los habituales temas posteriores en toda su obra. Algunos de ellos son: la violencia y sus orígenes, la complicada relación parental, la crisis de la sociedad capitalista, la incomunicación, el aburrimiento existencial o la alienación. También encontramos recursos formales muy característicos como la insistencia en el uso del fuera de campo y los planos detalle de objetos que deshumanizan a las personas. 


EL SÉPTIMO CONTINENTE (1989)

Los padres comprando
Fotograma: El séptimo continente

SINOPSIS: Basada en hechos reales. Una familia burguesa decide desprenderse de todos sus bienes y vivir según una concepción espiritual del mundo, que llevarán hasta las últimas consecuencias... (FILMAFFINITY)


La primera entrega de la trilogía de la glaciación explora con intensidad y crudeza la deshumanización, la violencia inherente a la sociedad contemporánea y el tedio existencial. Esta película se adentra en las profundidades de la psique humana, revelando la inquietante normalización de la violencia y el vacío emocional que caracterizan la vida moderna y el sistema capitalista.


La película sigue a la familia Schober, una unidad familiar aparentemente ordinaria cuya existencia está marcada por una rutina monótona y opresiva. La narración se despliega con una precisión casi clínica, destacando los rituales diarios que configuran su vida: el trabajo sin alma, las compras compulsivas, y las comidas en silencio. Esta repetición de actos cotidianos no solo enfatiza la banalidad de su existencia, sino que también refleja un sentido profundo de alienación y desconexión emocional entre los miembros de la familia y la sociedad en general.


Haneke utiliza una serie de técnicas cinematográficas para subrayar estos temas. La cámara se mantiene distante y observadora, se coloca siempre mirando a los objetos en vez de a las personas. Este enfoque estilístico deshumaniza a unos personajes insatisfechos y aburridos. La falta de una banda sonora convencional intensifica aún más este efecto, constantemente escuchamos la radio o la televisión, y mayormente en ellas resuena un clima de violencia e inseguridad. 


Cena de la familia
Fotograma: El séptimo continente (1989)

La violencia, un tema recurrente en la obra de Haneke, se presenta escondida y gradual. No se trata de explosiones de agresividad física, sino de una violencia estructural y psicológica que permea cada aspecto de la vida de los Schober. Este tipo de violencia es aún más perturbadora porque es sutil y omnipresente, enraizada en las expectativas y presiones de la sociedad moderna. El clímax de la película, donde la familia decide destruir todas sus pertenencias antes de emprender un acto final y devastador, es una manifestación aterradora de esta violencia internalizada.


El tedio existencial que sufren los personajes es palpable. Sus vidas están desprovistas de propósito y significado, atrapados en un ciclo interminable de repetición y conformidad. Esta sensación de aburrimiento existencial es un reflejo de la crisis de sentido que Haneke percibe en la sociedad moderna, donde existe un vacío que se intenta llenar con el consumismo


El Séptimo Continente no es simplemente una crítica de la sociedad contemporánea, sino una reflexión profunda y perturbadora sobre la condición humana. Haneke nos confronta con una visión implacable y desoladora de la vida moderna, obligándonos a cuestionar nuestra propia complicidad en los sistemas de deshumanización y violencia que perpetuamos. Es una película que resuena mucho después de que los créditos finales han pasado, dejando una impresión duradera sobre la fragilidad y el vacío de la existencia humana en el mundo actual.


EL VÍDEO DE BENNY (1992)

Benny y la niña observan una tele
Fotograma: El vídeo de Benny (1992)

SINOPSIS: Benny es un chico de 14 años de buena familia. Sus padres intentan compensar la falta de cariño hacia su hijo regalándole un estupendo equipo de vídeo. Obsesionado con el uso de su nuevo juguete, graba cómo sacrifican a un cerdo con una pistola, escena que lo incita a cometer un acto salvaje. (FILMAFFINITY)


La segunda película de la trilogía, profundiza en la naturaleza de la violencia, la disfuncionalidad en las relaciones parentales, la banalidad del mal y las reacciones humanas frente a actos violentos. A través de la historia de Benny, un joven adinerado pero emocionalmente desatendido, Haneke expone la inquietante facilidad con la que la violencia puede infiltrarse en la vida cotidiana y la alarmante indiferencia que puede suscitar.


Benny, un niño sin ambiciones ni dirección, se cría en un entorno de lujo pero falto de atención y afecto paterno. Sus padres, absortos en sus propias vidas, no se percatan de su creciente obsesión con un vídeo que muestra el brutal asesinato de un cerdo. Esta fijación morbosa con la violencia es un claro reflejo del vacío emocional en su vida, así como una búsqueda desesperada de estimulación y significado.


El detonante de la película se desarrolla cuando Benny, aprovechando un fin de semana en el que se encuentra solo en casa, asesina a una joven que conoce en la calle utilizando el arma que vio en el vídeo del cerdo. Este acto de violencia extrema se lleva a cabo con una frialdad y desapego que subrayan la banalidad del mal. Benny no muestra remordimiento ni temor; su vida continúa con una normalidad perturbadora hasta que decide mostrar el vídeo del asesinato a sus padres.


La reacción de los padres de Benny constituye un punto crucial en la narrativa de Haneke. Escandalizados y horrorizados al ver la evidencia del crimen de su hijo, su respuesta no es de condena o rechazo, sino de protección y encubrimiento. Este giro narrativo resalta la complejidad de la relación parental, donde el instinto de proteger a su hijo prevalece sobre la moralidad y la justicia. Su madre, en un intento desesperado por salvar a Benny de las consecuencias legales, lo llevan de vacaciones a Egipto, la tierra natal de su madre, mientras el padre se encarga de arreglar la situación en casa.


Sin embargo, en un acto final de traición y revelación, Benny decide denunciar a sus padres a la policía. Este desenlace no solo subraya la desconexión emocional y moral entre Benny y sus padres, sino que también pone de manifiesto la ineficacia de sus esfuerzos por controlar y redimir la situación.


Hasta el asesinato, Haneke mantiene una tensión constante y una atmósfera de inquietud que mantiene al espectador al borde del asiento. No obstante, la narrativa adopta un ritmo más lento y contemplativo tras el crimen, lo que puede hacer que la trama pierda algo de su dinamismo inicial. Aun así, el desenlace inesperado ofrece una conclusión poderosa que invita a reflexionar sobre la naturaleza de la violencia, la responsabilidad parental y la facilidad con la que el mal puede infiltrarse en la vida cotidiana.


El vídeo de Benny  es una exploración perturbadora y profunda de la violencia y la moralidad en la sociedad moderna. Haneke nos obliga a enfrentar la inquietante realidad de cómo la indiferencia y la desatención pueden generar monstruos, y cómo las respuestas humanas a la violencia a menudo revelan tanto sobre nuestra naturaleza como los actos violentos en sí.


71 FRAGMENTOS DE UNA CRONOLOGÍA DEL AZAR (1994)

Chicos comiendo en la cafetería
Fotograma: 71 FRAGMENTOS DE UNA CRONOLOGÍA DEL AZAR

SINOPSIS: Tercera parte de la trilogía de Haneke sobre la violencia en la sociedad moderna (los otros dos films fueron "Siebente Kontinent" y "Benny's Video"). (FILMAFFINITY)


La tercera y última entrega de la trilogía de la glaciación es una obra innovadora y diferente que explora con inquietante precisión la banalidad del mal en un clima de constante violencia. Esta película es un mosaico de fragmentos de vida de diferentes personajes, que aparentemente no tienen conexión entre sí, cada uno separado por breves instantes de pantalla en negro. A medida que se desarrolla la trama, estas vidas se entrelazan en un acto de violencia inexplicable y sin precedentes.


La estructura narrativa de Haneke en esta película es compleja y desafiante, rompiendo con las convenciones tradicionales del cine. El ritmo, deliberadamente lento y fragmentado la hace complicada de seguir y en ocasiones, simplemente aburrida. En cada fragmento, Haneke introduce sus temas recurrentes: la dificultad de las relaciones parentales, la presión y la incomunicación que sufren los niños y jóvenes en familias acomodadas, y la omnipresencia de la violencia en la vida cotidiana.


A lo largo de la película, Haneke nos presenta escenas de la vida diaria de varios personajes Cada segmento ofrece una visión fugaz de sus vidas, revelando la soledad, el aislamiento y la desconexión emocional que experimentan.


El clímax de la película es un acto de violencia impulsivo y sin explicación, en el que las vidas de los personajes se cruzan de manera trágica y devastadora. Haneke nos muestra este acto desde su perspectiva característica, el fuera de campo, dejando que la verdadera brutalidad del evento resuene en la imaginación del espectador. Este enfoque no solo intensifica el impacto emocional, sino que también subraya la impersonalidad y la arbitrariedad de la violencia.


Aunque la película puede parecer aburrida y carente de acción durante gran parte de su metraje, su propósito es precisamente ese: mostrar la banalidad del mal. Haneke nos desafía a confrontar la idea de que la violencia no siempre tiene un origen claro o una motivación comprensible, especialmente en la sociedad contemporánea. Un arrebato de ira, un error momentáneo o una situación incómoda pueden desencadenar consecuencias fatales. La película plantea la inquietante posibilidad de que cualquiera de nosotros puede ser víctima de un acto de violencia sin sentido en cualquier momento, perpetrado por alguien sin motivo aparente.


71 fragmentos de una cronología del azar no busca complacer al espectador, sino confrontarlo con las duras realidades de la existencia humana. Haneke nos obliga a enfrentar la indiferencia y la insensibilidad que pueden llevar a la violencia, y a cuestionar la seguridad y la estabilidad de nuestras propias vidas.  Recuerda la fragilidad y la imprevisibilidad de la vida en un mundo donde el mal puede surgir en cualquier momento y lugar.


FILÓSOFO DE LA PROVOCACIÓN Y LA VIOLENCIA

Michael Haneke mira a cámara
Fotografía de Michael Haneke

La obra de Michael Haneke no deja indiferente a nadie. Es indudable que su cine, a veces calificado de aburrido o incluso insufrible, va mucho más allá de una simple experiencia visual. Haneke obliga al espectador a enfrentarse a incómodas preguntas y a reflexionar profundamente sobre la naturaleza humana y la sociedad contemporánea.


Su estilo denso y su constante pesimismo pueden resultar pesados, y hace que en ocasiones busquemos lugar para la esperanza o la redención.  Sin embargo, esta falta de consuelo es precisamente lo que hace que su visión sea tan poderosa y única. Haneke nos muestra una realidad rompedora, triste y violenta.


Haneke no ofrece respuestas fáciles ni caminos claros, en cambio, nos desafía a enfrentarnos a nuestras propias percepciones y a cuestionar el mundo que nos rodea. En este sentido, la Trilogía de la Glaciación es mucho más que una serie de películas: es una invitación a un diálogo profundo sobre nuestra sociedad y la conducta humana. 



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